Valora su estancia en Chivas como recompensa al sacrificio de sus progenitores
El lateral izquierdo jugó 18 minutos contra Pachuca como volante por esa zona, y generó varias llegadas de gol, pero sin suerte.20 de Enero de 2020 Su llegada a Chivas fue un plus en su carrera profesional, pero Cristian Calderón no pierde el piso.
El “Chicote” recuerda sus inicios. Los sacrificios que hicieron sus padres para comprarle unos zapatos de futbol, y no olvida que a veces tenía dinero para irse en camión a los entrenamientos, pero no para el regreso. Incluso algunos entrenadores y compañeros de equipo se cooperaban para ayudarlo.
El refuerzo rojiblanco, quien debutó el sábado contra Pachuca al ingresar de cambio al minuto 72, hizo una retrospectiva de su vida.
“Antes no tenía para unos zapatos, y cuando podía me iba a comprar unos que eran muy baratos. Me costaban 100 o 150 pesos, pero para mí era muchísimo. Me siento orgulloso de dónde vengo.
“Al estar en Chivas, pues obviamente recuerdo y a veces me río… digo ‘dónde estaba’, y sí, de eso se trata la vida. Me pongo a pensar en lo que hemos batallado, en lo que han batallado mis papás”.
Joven de valores arraigados gracias a la educación que le dieron sus padres, aseguró que no se marea por el éxito que ha obtenido llegando a Selección Nacional, tener buenos torneos en el Necaxa, ya que lo difícil tampoco fue llegar al Rebaño, sino que será mantenerse.
Calderón quiere comenzar a poner cimientos que lo ayuden a irse a Europa, para luego regresar a Chivas y culminar su carrera como rojiblanco, todo con dedicatoria para sus padres.
“Estoy un poco más metido con ellos y estoy ayudándolos un poco más. Ellos se sienten más orgullosos de mí, más orgullosos de lo que estaban antes. Son cosas que te pone la vida, que te pone el destino. Al voltear para atrás y ver lo que eras antes y luego veo en lo que te estás convirtiendo, siento muy bonito tener esta vida que hasta hoy llevo”.
Va por el título
Calderón no tiene margen para fallar. Quiere que sus padres se sientan orgullosos de él, de sus éxitos, y espera que pronto pueda levantar un título con Chivas, el número 13, que sería algo que lo marcaría en su carrera.
El apoyo familiar ha sido clave en su superación personal
Para llegar a estos niveles en el futbol, pasó las de Caín, pero al estar en Chivas, dice, hasta le dan risa todos los obstáculos que pudo sortear, porque ahora la vida le sonríe de manera gratificante, y es gracias a sus padres: Abel Calderón, de oficio ladrillero, así como a su madre Maribel del Río.
“Cuando me dijeron que venía para acá, la primera persona que se me vino a la mente fue mi papá, siempre ha sido chivista. Él estaba conmigo, fue en Aguascalientes, en el primer partido de Liguilla. Obviamente sí cambió su semblante, me dijo: ‘Qué buena noticia me acabas de dar, qué bueno que vas a llegar a Chivas’. Obviamente él estaba feliz, yo lo vi y también me puse feliz de llegar acá. Es un equipo grande y no tienes cómo decirle que no a un equipo como Chivas”.
Doña Maribel siempre lo apoyó en sus sueños de futbolista. Estuvo al tanto de su alimentación y le daba consejos.
Dejar el hogar desde muy pequeño para irse a una casa club fue lo que más le pesó, porque no tener a su mamá cerca sí le pegó en el ánimo.
“Mi mamá lo tomó de la mejor manera, siempre me dice ‘yo le voy al equipo en el tú estés, yo no tengo ningún equipo en especial, pero en donde estés yo siempre te voy a apoyar’”, lo dijo con ojos llorosos, al recordar a su madre.
“Soy más apegado a mi mamá, ella siempre, desde que yo estaba chico, iba conmigo a los entrenamientos, a mis partidos, ella es la que siempre ha estado conmigo y obviamente también está muy contenta, muy feliz”.
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